Comprar un vestido
Los vestidos me conectan con mi infancia, me hacen sentir libre, no me aprietan la cintura, no tienen costuras en la entrepierna, me siento cómoda, cuando estoy cómoda me siento bonita y sentirme bonita me hace feliz. Comprar un vestido me hace feliz y me gustaría asegurarme de que la persona que me lo vende también es feliz y que la persona que lo hizo también es feliz, de eso van las economías feministas, colaborativas, de compromisos cotidianos y sostenidos que acorten las proximidades, establezcan relaciones humanas incluso con aquellas personas a las que no conocemos, valoren el capital simbólico y aporten al sostenimiento y crecimiento de emprendedoras independientes y autogestivas, poniendo de relieve nuestra capacidad de intercambio. Ahora en las reuniones que estamos teniendo a través de internet para mantener viva la Red del Festival Internacional de Mujeres y Danza, me cuestiono mucho el modelo de festivales a los que estamos acostumbradas