Mujer Atomizada






No estoy segura si lo vi en un programa de televisión, lo leí en un libro, o mi papá me lo platicó, pero para explicar cómo la energía de las personas permanece en los lugares, Carl Sagan mostraba imágenes de cámaras infrarrojas en las que se podía observar una figura amorfa y dinámica que se situaba en asientos de metro justo en donde las personas habían estado sentadas.



Por eso a veces, observo mi casa pensando que mi energía sigue en algunos lugares, que un pedacito de mí sigue recostado en la cama o debajo del chorro de agua en la bañera. Imagino mi silueta recargada en la pared, mirando el atardecer por el balcón o en posición fetal en el sillón azul en el que viví mi embarazo, observando cómo me transformaba para siempre en dos.



Mi silueta mirándose vacía en el pequeño espejo del baño de abajo o meciéndose suavemente en el columpio que pende de la viga en mi salita enduelada, mirando desde la terraza cómo se va encendiendo la ciudad por la noche, o retirando las hojas muertas de las plantas que se niegan a dar flor.



Quisiera saber si ésa energía fantasmática que soy, vuelve a mí de alguna forma o se disipa como el polvo con la llegada del viento y entonces ando yo sin saberlo, por todo el mundo, atomizada.



Gracias a ésta atomización es que he podido notar ciertos rasgos de mí, como mi imposibilidad genética, crónica y degenerativa a ser feliz, luego la quiero volver danza, porque todo lo quiero volver danza, no me pregunten ¿por qué?, pueden preguntarme otras cosas, por ejemplo, el otro día me preguntaron ¿cómo se baja una idea al cuerpo? Y yo contesto que la idea siempre ha estado ahí, siempre ha sido cuerpo, no es necesario bajarla o representarla, sino hacerla venir a la superficie, porque de la superficie somos todos unos perfectos entendedores, inclusive me atrevo a afirmar que bajar una idea al cuerpo es un pleonasmo porque las ideas son cuerpos y el cuerpo es una idea, luego éstas tampoco desaparecen, nada lo hace, solo vuelve a la oscuridad, a ser sedimento, imposibilidad.



Quiero ser mi propio caballo de Troya, entrar a la cueva y abatirme hasta ser feliz también en la oscuridad, desaparecer en estas ganas de desaparecer y emerger como algo simple y sin pretensiones, sobre todo sin pretensiones.



Aunque tal vez me fuese más deseable quedar atrapada en el espacio límbico del adentro y el afuera, del sedimento y el átomo, del poseer y pertenecer y crecer ahí como intermediaria y negociante entre lo que soy y lo que también soy, lo central y lo terminal, la imposibilidad de la cercanía y la certeza de la misma a través de mis millones de átomos que ahora flotan inadvertidos alrededor de todos ustedes y que no tengo idea si algún día volverán para constituirme en pasado



Resulta curioso, al menos para mí, cuánto había necesitado esto y cuánto le había huido también, caí sin saberlo, en el momento furioso de la centrífuga el verano pasado, esa fuerza invisible me sacó de mí; y ahora como una mano gigante detrás de la cortina que pende al frente del escenario, ésa misma fuerza me ha jalado a guardarme, este no es tiempo de performance me ha dicho, recógete, obsérvate, cuídate y alimenta tu ser interior, pero yo peleo y forcejeo, porque no creo en las jerarquías, ella no manda, no creo que esto tenga un propósito ulterior desconocido



El acto performático me ha develado parte de lo que soy, al mismo tiempo me ha construido también, es un ciclo que va y viene, como las olas que limpian y ensucian en un acto regurgitante, alimento/experiencia que compone el relato de mi vida



Cuando nací creí que seguía siendo parte de mi madre, luego un día, un tiempo, descubrí mis manos frente a mi rostro y con ello comenzó mi consciencia de individualidad, luego me hablaron de comportamientos, reglas, pertenencia, de lo colectivo y me descubrí parte de una sociedad, esa sociedad me observa, cada vez más, más insistente, más exigente, los espectadores son perseverantes y entrometidos



Soy, en tanto mi consciencia me lo permita, pero también al afirmarme en la mirada del otro, soy también lo que se me exige, lo que el conjunto demanda de mí, pero también soy lo que me niego a ceder, lo que deseo mantener en la oscuridad, soy mi voluntad y en éste estira y afloja he descubierto mecanismos que me meten y sacan del laberinto, me pasean por callejas soleadas y parajes sin sol



Lo performativo en una práctica ética y congruente, me empuja a establecer posturas públicas que al mismo tiempo evidencian discursos internos, a veces inacabados, casi siempre; pero como en las partidas de ajedrez, el espectador sólo puede ver el movimiento de la mano que cambia la pieza de lugar, sin acceder a la disertación que llevó al jugador a hacer tal movimiento, conceder ,desde mi entendimiento, tiene que ver con creer que existe una estrategia, aunque en ocasiones éstas estrategias no están premeditadas y se van descubriendo con la ayuda de la intuición en el navegar de los mares, como el antimapa de Lewis Carroll



Lo performativo da lugar a la experiencia como lugar de lo habitable, lo accesible, lo que se puede nombrar en primera persona y presente continuo, se vive en el momento en el que se observa también y nos toca tanto y tan profundo que lo aceptamos o aborrecemos, es por tanto notable, no pasa desapercibido, no

como mis átomos que besan ahora sus mejillas en mi versión fantasma.  

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