Bitácora de viaje al Premio INBA-UAM







De vez en cuando colaboro con algún creador externo a La Tempestad, ya sea coreógrafo, director o bailarín, mas allá de no serme suficiente a mí misma con mis convicciones e ideas, como me sugirió un día un amigo, esta colaboración enriquece mi camino, aclara mi panorama, me ayuda a ponerme en situación, es una meditación en movimiento; este año vine al INBA-UAM bailando una obra de mi amigo Israel Chavira, siempre son experiencias fuertes y comprometedoras por que estamos trabajando en procesos de "deshojamiento" se pondría decir, por que con cada obra en la que participo siento que soy una especie de cebolla y que me desprendo de una capa de piel, eventualmente conoceré conscientemente mi centro y tal vez eso me ayude a revelarme a mí misma mi composición.

Creo, adivino, me aventuro a pensar que soy luna, que soy tierra, que soy pájaro y nube, que soy oso y agua-mala, que soy raíz y flor, que soy el viento que ayuda a levantar esa enorme ola, que soy roca y agua, que soy furia y muerte, al mismo tiempo que soy madre e hija, que soy manantial y lluvia, inicio y final...pero son solo suposiciones. Estoy aquí porque quiero estar, así de simple, pareciera que no hay nada mas detrás y lo que hay sería incomprensible para cualquier otro que no sea yo misma, por que aunque los críticos nos digan que no debemos justificar nuestra obra con nuestra trayectoria, a mí me encanta el contexto histórico, eres lo que vives, lo que comes, lo que lees, lo que ves y lo que respiras, lo que admiras, lo que añoras, lo que odias y aquello a lo que desprecias también te conforma.

No me considero de ningún bando, no soy de aquellos que quieren formar parte de la élite dancística, no quiero ser de aquellos que admiran a todos los maestros indiscriminadamente, no quiero ser de aquellos que califican con cara de desprecio y una paleta de reality show, no quiero ser de los que aplauden el mérito, no quiero ser de aquellos que alejados de los reflectores señalan hacia adentro con dedos ácidos  fingiendo no querer estar, no quiero ser ésa que engrosa las filas que hacen posibles los lujos absurdos de aquellos que ya no aportan nada a la danza, no quiero ser de aquellos que se pasean pavoneándose creyendo que a partir de ellos no hay antes ni después; sin embargo soy todo ellos, soy todos.

Desde el momento en que Israel me dijo que ellos ensayan a las siete de la mañana en una cerrada al aire libre, sobre cantera en el centro de Morelia, supe que ahí estaba yo en el medio de mi propia tempestad, saliéndome de mi comodidad y retándome a vivir, re-inventándome, como sino tuviera ya mucho trabajo! Pero el trabajo propio a veces asfixia con la letanía del yo; ¿porqué siempre creo que no hago suficiente? ¿Porqué nunca estoy satisfecha?...entonces recuerdo cuando tenía menos años de los que tengo hoy  y quería bailar en todas las coreografías y trabajar con todos los coreógrafos y conocer a todos los bailarines y teatros del mundo y sobre todo quería que todos me conocieran, me re-conocieran...honestamente, no he dejado de ser esa niña, ¿quien si?

Me decía Israel en un tono curiosesco que él y yo somos de los bailarines mas grandes del premio, y yo pienso que así será de ahora en adelante, primero por que no podemos evitar lo inevitable: el paso del tiempo, y segundo, por que aquí dentro es donde pertenezco, que si la danza me ha salvado ha sido por eso, por darme un lugar en el mundo, y sino es un lugar al menos es un mapa, ahora bien, si hago un acercamiento, no se muy bien en dónde estoy, es decir; en el mundo de la danza no se cual es mi lugar, no se siquiera si hay lugares, y si los hay no se si me interesan. Hace muchos años renuncié a un lugar que me había sido dado y desde entonces camino por un laberinto buscando mi personificador y volvería a tomar la puerta que conduce al laberinto si tuviera que elegir otra vez, por que la búsqueda de mí misma ha sido el mejor viaje que he emprendido, la incertidumbre me ha vuelto mas feliz que la comodidad y la costumbre, no busco hacer una crónica del encuentro nacional de danza porque estoy ocupada en hacer una crónica de mi vida, siendo yo la protagonista, resulta todo un reto ver con claridad, estoy obnubilada por mi ego, ¿cómo pretendería calificar la experiencia de los demás si acaso la luz del sol apenas me deja ver mi propia sombra?, no conoceré las consecuencias de las decisiones de hoy mañana, hay que crecer como el árbol: con paciencia. Es absurdo querer cosechar cuando es tiempo de siembra y peor aún, querer cosechar manzanas si se han sembrado peras.

De todo lo que vi -cabe mencionar que era imposible ver todo porque empalmaron muchas actividades- quedan en mi memoria dos obras de la Muestra Nacional: Lux Boreal, y Colectivo Bailarines Invitados, calidad en la interpretación, claridad en la propuesta y cohesión como grupos, bravo! y del Premio aplaudo las obras de Shanti Vera y Viko Hernández, realmente me conectaron, hay mucho genio ahí y que no se logre ver, sólo me recuerda aquello que dice que nuestros cerebros no logran descifrar los códigos que no nos son familiares, es natural, no todos tenemos la misma información, contexto y lecturas de vida.

Tienen razón, no fui a ninguna mesa, entre desayuno, traslado, clases, ensayo, traslado, comida, funciones, traslado, cena, traslado, largo, tedioso, incómodo, acalorado traslado llegando al las 12 de la noche a mi lejano, lejano hotel, ciertamente no alcancé a ir a ninguna mesa, sin embargo sí estoy interesada en el rumbo que tome la danza, no así en los que se auto-nombran los escritores de él. Escuchar gente que allá por los noventas eran innovadores y revolucionarios estancados en sus ideas me pone alerta, yo no quiero quedarme atascada en mis pensamientos, yo no quiero dar por sentada ninguna verdad por tentadora que pueda ser, sin embargo ver, aprender y convivir con maestras como Adriana Castaños y Lourdes Luna que siguen renovándose y se mezclan felizmente entre los bailarines me inyecta de esperanza, mujeres artistas admirables!

Me mostraron una encuesta que revelaba la misoginia  en las obras presentadas en el Premio, me gusta la idea, pues nos da la oportunidad de ver al arte desde otra perspectiva, de que nos interesemos en traer un poco de realidad a nuestra viajadísima vida de artistas, es interesante observar aquellas pequeñas y grandes acciones que nos violentan, que merman nuestra autoestima, y que cada vez aceptamos con mas tranquilidad, como si por ser cotidiano, fuera correcto, como la manera en que los organizadores dispusieron de nuestro hospedaje y comidas, pues nos separaron a todos en varios hoteles, lejanos hoteles, a varios de nosotros nos hospedaron en un hotel sin servicio de restaurante que nos ofreció un desayuno insípido en trastes desechables (la brillante  y ecológica idea de darnos la programación en USB se saboteó con la cantidad de desechables que se consumieron a pesar de que muchos de nosotros intentamos reciclar nuestros utensilios por varios días), la comida y la cena que nos daban en el hotel sede era tan grasienta que para el final del encuentro muchos de nosotros simplemente ya no podíamos comer, se reciclaba la comida, mas de una vez la ensalada y el espagueti estaban descompuestos, ¿cuál es el mensaje?

La clase de "Cuerpo Luminoso" que iniciaba con el discurso de que el bailarín no piensa cuando baila ¿en qué siglo estamos? que alguien le de una revista de ciencia por favor, una clase sin estructura, sin objetivos,  sin claridad, en donde el maestro dictó una clase que nadie había tomado y a la que tuvimos que adivinarle, entiendo que hubo momentos en la historia de la danza en donde era necesario buscar otros sistemas de formación y entrenamiento y romper de una vez por todas el culto a las "técnicas puras" y ésta necesidad dio pie a que se crearan un montón de técnica mixtas, pero seamos honestos, la mayoría de ellas no lograron concretar nada, no es posible que se sigan ofertando en festivales nacionales y mucho menos habiendo una oferta de maestros de tan alta calidad en nuestro país.

No me imagino en otro lugar o haciendo otra cosa, formar parte de la danza en México me encanta y es por eso que me atrevo a externar mis ideas, quisiera que pudiéramos ser mas valientes y tolerantes, que pudiéramos afrontar la realidad, discutir, realmente discutir, escucharnos los unos a los otros y tratar de mejorar lo mejorable, esforzarnos por ver las cualidades del otro, sin ser condescendientes, ser coherentes con lo que decimos y hacemos, dejemos de crear ídolos; la decisión de declarar desierto el Premio nos hace ver entre otras muchas cosas, que el formato escalonado en el cual tenemos que hacer una procesión casi religiosa para ser aceptados en el gremio es un sistema caduco, arriesguémonos como cuando iniciamos el camino en la danza, busquemos la verdadera libertad, seamos siempre revolucionarios.

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