Estar allí me ha permitido estar aquí
"No te sientes en esa silla, porque te van a regañar" es el primer recuerdo que tengo de La Maestra, o mejor dicho: del imaginario colectivo que rodeaba a La Maestra. Yo tenía doce años, tomaba el taller de la noche porque todavía no podía ser alumna regular, pues para entrar al Colegio necesitaba tener la secundaria, así es que cuando yo llegaba a tomar mi clase a las ocho de la noche La Maestra se estaba yendo o no estaba. Los bailarines de la Compañía también se iban después de su jornada de trabajo, bailarines adultos de cabellos largos, con pantalones de mezclilla ajustados, chamarras de moda, mascadas al cuello y maletas que desbordaban ropas sudadas, ligas, pelotas de tenis; fumando, bebiendo café, despidiéndose entre ellos, haciendo bromas, contentos, plenos, abordando sus autos o esperando su taxi; solo algunos se quedaban a dar la clase o a platicar con los licenciados -los alumnos mas avanzados en ese entonces- altos, atléticos, delgados, altivos, obr