He perdido la mitad de un limón
He perdido la
mitad de un limón, justo el día que no pude ir a ensayo porque mi hijo amaneció
con fiebre, y vago por la cocina tratando de recordar la última vez que vi la
mitad del limón, que lo toqué… tal vez cuando lo corté. Divago por la cocina
pensando en el cuerpo de la mitad del limón, si se esfuma, se suspende, se
agridulza, preguntándome si más allá de la forma del medio limón hay un alma,
una consciencia del alma y la forma, un prejuicio, el limón ¿sufre y se
obsesiona cuando no es redondo?, ¿se angustia cuando no introyecta la
consigna?, el limón ¿sabe de movimiento? El limón ¿necesita saber su propósito
para cumplir con él? ¿necesita conocer la filosofía que sustenta la creación de
la limonada? ¿El contexto histórico de aquel que hace la limonada? ¿Qué sabe el
limón? ¿Qué quiere saber el limón? ¿Qué es el limón? ¿Necesita de otros para
afirmarse? Una vez leí que si dejas fruta podrida, junto a fruta fresca, la
segunda se deteriorará más rápido de lo normal, así que de influencias sí
tenemos una certeza: el limón -por ser una fruta- puede ser empático. Y así, a
la mitad como es el caso de mi limón perdido, ¿será que también pueda ser
empático? Sabrá él que no está completo, ¿cómo saberlo? ¿Lo sabré yo?
Escribo un poco y
luego le doy la vuelta a los jitomates en el comal, Quetzal ya no tiene fiebre,
la medicina homeópata es una bendición, ¿y mi limón? Ahora que es la mitad de
un limón, podría completarse con cualquier otro elemento de la cocina, desde un
jitomate hasta una licuadora, el extractor de la estufa quizás, o con sal. Es
un híbrido ahora, como lo comunitario y lo escénico en la danza tribal. Y
entonces ¿su esencia se ha transformado a través de la forma? Es como cuando
tienes amigos choppers y te vuelves también chopper. Y si un día dejas de ser
chopper ¿vuelves a ser tú? ¿Siempre has sido tú? Una vez limón, ¿siempre limón?
Seguro habrá
quien piense que yo me lo comí, pero no lo hice, soy distraída a veces, pero es
también porque soy multitareas, como aquella vez que metí mi Iphone en el congelador
y quedó ahí un día competo y no se descompuso, era un Iphone cuatro muy
aguantador, ése celular se me cayó varias veces y no se estropeó, pero terminé
perdiéndolo en Querétaro, mi teoría es que cayó sobre la hojarasca que dejaba
el ficus de la casa de mi hermana y ahí se perdió, para siempre, pero no se
esfumó, ni se suspendió, ni se agridulzó, sólo se perdió, tengo esa certeza
también. Pero mi limón no, él o su mitad debo decir, está en algún lugar de la
cocina, lo sé.
Ahora mismo se me
viene a la mente que tal vez necesitaba espacio, o se fue de gira que es
prácticamente lo mismo, ayer platicaba con mi amiga Ger que los bailarines y
los limones no sabemos estar en nuestra ciudad porque estamos muy habituados a
las giras, libera nuestra mente, construirnos en espacios de soledad
acompañada, también platicamos acerca de éste fenómeno de la cámara ubicua que
ha propiciado la ruptura o carencia de límites entre lo público y lo privado y
entonces todos estamos siendo observados en nuestra cotidianeidad, por ejemplo
a través de las redes sociales y bueno, los bailarines y los limones en la
escena y la cocina respectivamente, como consecuencia estamos ya dados al
espectáculo y la espectacularidad, Pérez Antúnez se pregunta qué repercusiones
puede tener esto en la danza, yo también, mi amiga también.
Y de pronto me
siento tan abrumada con tantas expectativas que tuve del limón y que se me
volvieron al cuerpo, que he tomado la determinación de respetar su ausencia y
dejar que la vida siga su curso –si es que tal existe-. Buena vida amigo limón.
Fotografía de Eric Sánchez
A lo mejor se fue a ese lugar recóndito, donde los medios limones van a morir, esa suerte de cementerio de elefantes, donde los limones huyen y se secan en la obscuridad para no perturbar a sus contrapartes, ese obscuro lugar conocido como “abajo del refri”.
ResponderEliminarA lo mejor, querido Frankl, un día nos encontraremos todos ahí. Te abrazo!
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