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Mostrando entradas de agosto, 2019

Océano

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Bravas, poderosas y en tempestad Desde mi cabeza hasta mi piso pélvico Rompen en fuego, helado fuego Bravas olas en tempestad Libres y salvajes, chocan en mis intestinos Calmándose vuelven mientras se alejan A mis pies que son de arena y arena En mi sien derecha brilla el sol Que me flota con su calor La brisa mi ojos, mis ojos son Aquellos que no reconocen frontera Colándose en otros ojos Mis ojos son Como algas sin prisa Muy lento flotando Dentro del agua mis dedos son Mi pelo, delfines juguetones Mi pelo, medusas caprichosas Mi pelo, ballenas indomables Bravas olas en tempestad, eso soy
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Ser comida. Estaba enojada porque tenía mucha hambre, a él le divierte y es la quinta vez que me pregunta ¿qué quieres comer, a dónde vamos? Y yo le digo que quiero carnes en su jugo por quinta ocasión. Me preparo un café y me pongo mis audífonos, me acuesto en la cama para ver una película porque sé que no vamos a salir aún, él está trabajando. En éstos últimos días me metaforizaron con comida -y yo me imaginé a mí misma como un cupcake de vainilla con mucha crema pastelera-, me dijeron que era tan adorable que me podían comer, o llevarme a vivir a su casa, como si yo fuera un jarrón de galletas de chispas de chocolate que se puede ir vaciando poco a poco, tal vez llevarse algunas en el bolsillo para no sentirse solo al caminar por esas calles grandes de la ciudad. Aunque honestamente, sí me gusta la idea de que me quieran tanto, de que crean con antelación que me van a extrañar. Me prometieron que me cocinarían y me llevarían a lugares muy bonitos, me gusta cómo nos lleg

Pequeña carta de adiós

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La sesión con Ale es el inicio del adiós, no me da miedo despedirme porque sé que te quedarás conmigo. Cuando ya no estemos aquí, estaré sentada en la mesa de mi comedor,  o terminando de entrenar, cuando vaya en bici sintiendo el viento, cuando platique con Quetzal, cuando de un paseo por el Planetario con Lilus, cuando vea una película, cuando camine por el centro de Morelia, antes de cerrar los ojos, tu presencia vibrará dentro de mí, recordaré tus piensos, sentiré tus abrazos, miraré tus ojos y una sonrisa se me escapará. Te voy a extrañar por supuesto, pero extrañar es lindo también, extrañar es saber de cierto que te llegué a conocer y te quiero, que un hilo de luz nos conecta, que nos pudimos reconocer, abrazar y contener. Gracias por mi regalo. Lo guardaré en mi corazón porque se siente bonito. No lo dudes nunca, yo también estaré para ti y honraré tu recuerdo.

Desaparecer

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¿Cuánto tiempo más seguiré siendo yo?, así flotando en ésta mezcla eterna de viento y agua, ¿cuánto tiempo más me llevará esta tarea de desaparecer? Un nuevo amigo me dijo que le gustaría verme bailar a los ochenta años, me gusta mucho el número ocho, suena como un beso tronado, o como un estornudo también. Otra persona me dijo que dibujo cuando bailo, me gusta dibujar. Un amigo nuevo me dio un abrazo muy largo, largo, sincero, me dijo muchas cosas.   A veces me pregunto si quiero ser vista cuando bailo, casi siempre me respondo que me gustaría más poder bailar en cualquier momento del día y que nadie volteara a verme como algo raro, como a alguien a quien deben ver. Cuando salimos a correr nadie nos mira detenidamente, sólo nos miran pasar, cuando vamos a comer nadie se queda mirando cómo degustamos los platillos, si acaso, miran los platillos. Me gustaría bailar en la calle, en el parque, en la fila del banco y que a nadie le sorprendiera o al menos que n