LA BIBLIOTECA COMO ESPACIO COMUNITARIO “Una vida social saludable solo se consigue cuando en el espejo de cada alma, la comunidad entera encuentra su reflejo. Y cuando la virtud de cada uno, vive en toda la comunidad” Rudolf Steiner Mi mamá dice que leemos el mundo y ella dice esto porque las personas no únicamente leemos letras, no únicamente leemos libros, no necesariamente leemos con los ojos y ciertamente no todas las personas que habitamos y co-existimos en México leemos en la misma lengua. Las personas más pequeñas: los bebés, también leen el mundo y poco a poco, mientras crecen y dependiendo de su cultura, aprenden a reconocer los signos con su significado, significante y referente, pasando por la cultura visual, la semiótica, la semiósfera con sus áreas limítrofes y horizontes, las neurociencias y sus descubrimientos que parecen imparables, así como el espacio público y las interconexiones que todo esto genera. En suma, el acto de la lectura tiene ...
I Somos las nuevas Polinizadoras, las demás están en confinamiento, nadie puede salir aún, aún nada es seguro. Adentro viven, sobre viven, solo las Cuidadoras Recíprocas: holobiontes que cuidan de holobiontes, seres que tenían en su información genética la memoria de amar. No hubo exterminio, los holobiontes fueron muriendo de camino al Gran Árbol -nuestro refugio- no es culpa de nadie, simplemente algunos no tenían las características necesarias para sobrevivir un viaje tan largo y a pesar de toda la ayuda brindada, murieron. Las Cuidadoras Recíprocas sostienen una red de afectos y cuidado que las mantiene a todas activas y felices poniendo siempre en el centro la dignidad de nuestra familia multiespecie. A nosotras las Nuevas Polinizadoras nos fue conferida una energía y la estamos propagando por Terra, las Abuelas nos la activaron, ellas saben cómo hacerlo, nosotras estamos aprendiendo, aún nos equivocamos a veces, por eso ahora po...
Había una vez una niña llamada Martha, que vivía en un lugar donde el viento danzaba entre los árboles y el sol dibujaba sombras en el suelo. A Martha le encantaba moverse, pero sentía que a veces las palabras no eran suficientes para decir lo que llevaba en su corazón. Un día, vio a su padre tocar el piano. La música flotaba en el aire como el viento y Martha sintió algo especial. "¿Y si mi cuerpo pudiera ser como la música?" pensó. Desde ese momento, empezó a observar cómo se movía el mundo: el agua del río, las hojas al caer, las personas al caminar. Todo parecía contar una historia con movimiento. Cuando creció, Martha viajó a una gran ciudad para aprender a bailar. Pero sus maestros le decían que debía seguir reglas muy estrictas. Ella intentó hacer lo que le pedían, pero en su interior sabía que la danza era más que pasos y giros. Era una forma de sentir y de contar historias sin palabras. Un día, tomó una tela larga y suave, la envolvió alrededor de su cuerpo y comen...
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