Recostarme

 

Mi vida es un caos, no importa cuánto limpie, cuánto acomode, cuánto ordene, no importa cuántas mañanas me levante a meditar; cuando paro, cuando hago una pausa y miro a mi alrededor parece que ha detonado una granada. Cansada de éste bucle de limpieza y desastre, tomo las llaves de mi casa y subo a mi camioneta, manejo sin rumbo, rápidamente salgo de la ciudad, cosa fácil aquí, pronto llego a la orilla de un bosque y me detengo, bajo a caminar, hace frío, llevo una chamarra, gorro y guantes, me encanta el olor a pino, disfruto abrazando los árboles y tocar con mi rostro el musgo que crece en sus troncos.

 

Puedo escuchar un río cercano y a los pajaritos que tranquilos cantan en lo alto, la luz es poca, el follaje hace de éste bosque en particular un paisaje eternamente nocturno, me aventuro a comer unos frutos rojos que encuentro colgando de unas ramas verdes y delgadas, son realmente deliciosos, quiero tomar más, pero la rama está enredada sobre sí misma tantas veces que hace de éste hurto una tarea muy compleja, decido dar la vuelta al árbol y es entonces que veo en el piso, entre la maleza un pie humano desnudo, me espanto, me paralizo, se hiela mi corazón, las preguntas empiezan a dar vueltas en mi cabeza, ¿qué hago? ¿me voy? ¿lo toco? ¿está muerto? ¿debo ayudarlo? ¿y si lo toco y luego me culpan? ¿habrá alguien que me ayude? Finalmente decido acercarme, me agacho y puedo entender ahora que está sobre su costado izquierdo en posición fetal, el bosque se ha encargado ya de cubrir el cuerpo de ramas, musgo, hongos y flores multicolor, está desnuda, es una mujer.

 

No parece muerta, su rostro tiene color, refleja clama, serenidad y hasta percibo cierto placer en su expresión, me quedo mirándola y siento que puedo verle llegar aquí unos meses antes, caminar desnuda sonriendo, eligiendo el lugar perfecto para recostarse.

 

Mirarla es entonces, la posibilidad de ver el presente en el pasado, me quedo quieta en cuclillas, ladeo la cabeza como para entender, ya no tengo miedo, de hecho, me siento tan tranquila que podría quedarme aquí, mirándola para siempre.

 

Veo en su entrecejo una pequeña marca circular que llama mi atención, es como si alguien hubiera querido marcar su tercer ojo, sin pensarlo mucho llevo mis dedos hacia mi entrecejo, yo tengo esa misma marca de la varicela en la infancia; curiosa, llevo mi mirada a su labio inferior y ahí está, el pequeño orificio en donde evidentemente alguna vez hubo un piercing; con un poco de nerviosismo y pudor busco con mis manos entre las ramas y las flores su vientre ¡Ahí está: mi cicatriz de la cesárea! Mi corazón bombea muy rápido, siento las mejillas y las manos calientes, ¡ella soy yo, ella soy yo!

 

Como si hubiera abierto un grifo, el agua escurre de mis ojos como una enorme cascada, me siento feliz, me he encontrado, mis lágrimas bañan sus costillas, cintura y caderas, de ellas, comienzan a brotar retoños de tréboles de cuatro hojas. 


Memorias de la Tierra / Beso a Josefinita / Festival Internacional de Mujeres y Danza 

wixsite natalia reza 

 

 

 

Comentarios

  1. Me sentí muy identificada. Gracias. Mi corazón entro en modo taquicardioso.

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