El arte de habitar el tiempo libre
Imagina:
El canto de las aves
El viento atravesando los árboles
Las nubes pasando
Cambiando de forma
Un concierto de cigarras
Unos niños riendo
Más aves cantando
Una hoja desprendiéndose de un árbol
Un sorbo al café
El sol en tu piel
Una bella sonrisa
El aroma a un libro viejo
Una parvada de aves cruzando el cielo
Agua salada deslizándose por las mejillas
El ir y venir de un columpio
Las tripas crujiendo de hambre
El sonido de la respiración
Se parece al oleaje del mar…
El viento atravesando los árboles
Las nubes pasando
Cambiando de forma
Un concierto de cigarras
Unos niños riendo
Más aves cantando
Una hoja desprendiéndose de un árbol
Un sorbo al café
El sol en tu piel
Una bella sonrisa
El aroma a un libro viejo
Una parvada de aves cruzando el cielo
Agua salada deslizándose por las mejillas
El ir y venir de un columpio
Las tripas crujiendo de hambre
El sonido de la respiración
Se parece al oleaje del mar…
Y luego, no haces nada con ello, no expresas qué piensas, no reaccionas, no calificas, no juzgas, solo sientes, percibes y observas.
- Cuándo establecimos que valemos por lo que hacemos, producimos o los títulos que ostentamos?
- Quién nos enseño que es más importante, el que está más ocupado?
- Cómo llegamos a construir tantos distractores?
- Porqué nos cuesta tanto trabajo regresar a nosotros mismos, a nosotras mismas?
“Ten paciencia, espera a que el barro se asiente y el agua esté clara. Permance inmóvil hasta que la acción correcta, surja por sí misma” Lao Tse
Seguramente algunas veces te han dicho “ya deja de perder el tiempo y ponte a hacer algo de provecho” yo les quiero compartir algo que le enseñé a mi hijo y que ahora él me recuerda cuando a veces lo olvido:
El tiempo no se pierde, el tiempo se habita.
El tiempo libre, abierto, es un espacio en que las personas activamos el cuidado personal, mutuo y colectivo. Al habitar el tiempo libre, abierto, volvemos a nosotros mismos, a nosotras mismas. Nos observamos, nos ponemos curiosos y nos ponemos creativos, porque cuando las personas estamos sin tareas, compromisos, horarios y esquemas, somos una versión más sencilla de nosotras mismas, más sincera.
Cuando no tenemos la presión de demostrar nada a nadie, cuando bajamos la guardia, realentamos y vamos como en una balsa en medio de un lago tranquilo, en calma, observando el paisaje, sin prisa de entender, explicar, sin prisa de llegar, estamos en un estado de contemplación, de porosidad, de humildad.
Cuando tenemos tiempo libre nos dedicamos filosóficamente a desdoblar la vida, para develar el misterio. Aquí en México usamos una expresión muy bella para esos momentos en los que nos abstraemos y vamos hacia lo íntimo aún en medio del bullcio “se quedó pensando en la inmortalidad del cangrejo” decimos. Yo creo que esos son momentos indispensables para no perder la cordura, creo que son ajustes que hace el cerebro para armonizar la energía, para entrar a la cueva, a la psique, como una estrategía para reconectar el cableado interno.
Pero cuando ese momento puede ser muy amplio como un día o dos:
- Sabemos habitarlo?
- Sabemos construir nuestro tiempo libre de forma que éste sea reparador?
- O nos llenamos de actividades que nos distraigan?
Piensa por ejemplo, en ese día de la semana que no trabajas o no vas a la escuela:
No poner el despertador es ya un regalo de vida;
Preparar tu desayuno y desayunar con calma, segundo regalo;
En algunos empleos o colegios hay etiqueta de vestimenta o uniforme, así que enfundarte unos pants o shorts o ese vestido hermoso que no llevarias a la oficina y en lugar de zapatillas usar sandalias, es ya un tercer regalo;
Podríamos seguir ennumerando regalos así, en el día libre de cada una y uno de nosotros dependiendo de nuestros gustos y rutinas.
Piensa ahora, que no hiciste planes para ir a comer con tus amigas, que no hay retas de futbol y que tu familia está fuera de la ciudad. Los dispositivos que te has procurado, son tus opciones inmediatas, es decir: libros, pantallas, bicicleta, patines, celular, un diario o una tablet, un costal de box, una hamaca, un tapete de yoga, Netflix, un bloc de dibujo, una cámara fotográfica, un tocadiscos, etc.
Una vez que cubriste tus necesidades básicas y cuando ya descansaste lo suficiente, empiezas a sentir aburrimiento, acudes entonces a tus opciones inmediatas, este momento es importante, es desicivo, porque como dijo Viktor Frankl:
“Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En este espacio yace nuestra libertad para elegir nuestra respuesta. En estas elecciones yacen nuestro crecimiento y felicidad”
Victor Frankl no hablaba del tiempo libre cuando escribió esto, él hablaba de la salud mental y emocional, pero vamos a tomarle prestada su idea, porque también nos funciona en este contexto.
De todo lo que tienes a la mano, qué decides elegir? El libro, la pantalla, la bici, el celular…La calidad de tu tiempo libre depende de esta elección.
El tiempo libre no te exige un hacer y si existe un hacer, no te exige un resultado, puedes dedicarte a leer y nadie te va a pedir un reporte de tu lectura, puedes ponerte a lanzar la pelota, nadie va a contarlos goles, puedes acostarte en el sillón a encontrarle figuras al techo, nadie te va a pedir que las demuestres. Aquí lo que estarías haciendo sería vivir el presente, habitar amable y conscientemente tu presente.
El tiempo libre habitado de manera consciente y nutritiva nos permite realentar, parar un momento y observar. Practicar parar fortalece nuestra capacidad para la toma asertiva de desiciones, porque aprendermos a no reaccionar a cada suceso de nuestras vidas, actuar menos desde la frustración o de manera automática, aprendemos a observar el presente sin juicios. Aprendemos a surfear las olas, reconociendo que no podemos controlar el clima.
Aquello que decidimos hacer, nos nutre, nos construye y eso eventualmente es lo que vamos a socializar, lo que de nosotros compartimos con las personas, así que la forma en la que habitamos el tiempo libre, también tiene su eco en lo colectivo, contribuimos a la construcción de nuestro entorno desde lo familiar, lo local y lo nacional, porque aquello que decidimos que sea nutriente para nosotros, será la aportación que hagamos como ciudadanos y ciudadanas a México y como una última parada de nuestro impacto, también contribuimos a la construcción planetaria.
Se alimenta la belicosidad si en nuestro tiempo libre decidimos jugar Forntnite o vemos Bastardos sin gloria o leemos El arte de la guerra; se alimenta el romanticismo si leemos Orgullo y prejuicio, salimos a cortar flores al campo o damos un paseo en bicicleta por el boulevard; se fortalecen nuestras identidades si vamos a ver una función del Ballet Folklórico, leemos Como agua para chocolate de Laura Esquivel o escuchamos un album de Pirekuas; se fortalece nuestra flexibilidad si decidimos visitar el museo de arte contemporáneo, escuchamos un podcats de filosofía o hacemos una clase de yoga o Pilates, porque recordemos que Joseph Pilates dijo que nuestra mente es tan flexible como lo es nuestra columna vertebral; contribuimos a la contaminación ambiental si nos ponemos a comprar por Amazon o a hacer chistes con ChatGPT.
Subimos los niveles de las famosas “hormonas de la felicidad” (endorfinas, seratonina, oxitocina y dopamina) si salimos a correr, andar en patines, hablamos en persona o por teléfono con una persona a la que amamos; detonamos futuros posibles cuando escribimos una canción, inventamos un postre, dibujamos una ciudad sustentable, aprendemos a tocar un instrumento o hablar otro idioma.
Por eso, es importante la manera en la que habitamos el tiempo libre y abierto, no solo por los beneficios a nivel personal, sino porque desde ahí estamos poniendo nuestro granito de arena al mundo y es tal vez el granito de arena más significativo, porque no estamos repitiendo mecánicamente algo determinado por nuestra cultura como el trabajo, sino que estamos expresando nuestra unicidad, porque nadie habita el tiempo abierto de la misma forma que nosotros, por eso no hay reglas.
El recreo en las escuelas es muy importante porque es formativo a nivel social, colectivo, fortalece la rebeldía y la toma de desiciones colectiva y horizontal; en el recreo hay ciertas reglas, como la duración, o la máxima de Benito Juárez que dice “el respeto al derecho ajeno, es la paz”; Entonces hay que regresar a las aulas cuando toca el timbre y no meterse con la libertad de las y los compañeros, pero fuera de eso, cada cual disfruta del recreo como decide hacerlo, algunas juegan futbol, se organizan entre ellas como pares, sin docentes, sin padres, sin autoridades y tienen que emplear sus estrategias de negociacion para llegar a acuerdos y concretarel juego: divertirse.
Algunos se toman el tiempo para almorzar sin prisa o para hacer una tarea pendiente, para platicar con los amigos y hasta para dormir una siesta. Este tiempo libre nos repone, nos eleva otra vez las hormonas de la felicdad, nos despeja la mente, nos inspira. También a veces nos aburrimos y aburrirnos es parte de la magia porque empezamos a idear qué hacer, le abrimos la puerta de la musa.
Por eso los grandes artistas son expertos en tiempo libre, han dedicado gran parte de sus vidas a construir las condiciones para habitar el mayor tiempo posible, el tiempo libre. Los niños y las niñas son Maestros del tiempo libre, te has fijado cómo se pueden quedar panza abajo en el piso mirando una fila de hormigas, o pueden pasar largos ratos encontrando formas a las nubes? el tiempo pasa diferente para ellas y para ellos, porque lo habitan, lo habitan con destreza.
Habitar el tiempo libre es un arte porque el sistema nos empuja a producir y a consumir, nos enrola en el hacer. Para habitar el tiempo libre de manera consciente, plena y obedeciendo a nuestros más siceros impulsos, tenemos que practicar, practicar la soledad, el silencio, la escucha, la observancia y el sentir.
Puedes probar:
- Ir a la presa de Cointzio y sentarte en la orilla a contemplar el agua
- Salir a caminar sin comprar nada, sin hablar con nadie, solo camina y observa, camina y siente
- Abrir un diccionario en una página al azar y descubrir palabras nuevas
- Visitar un museo o un teatro
- Ir a ver un partido de volleyball
- Hacer un paseo en bicicleta con una amiga o una vecina
- Acostarte en medio de tu sala a escuchar tu álbum favorito
- Leer en voz alta a un adulto mayor
- Darle de comer a las palomas
- Escuchar a alguien que te quiera contar algo, sin juzgar, sin dar consejos, solo acompañar
- Acaricia a un perro, un gato, un caballo, una gallina
Puedes hacer todo lo anterior sola o acompañada, acompañado.
Y luego no hagas nada con ello, no lo capitalices, no lo subas a las redes, no califiques tu experiencia, no la juzguez, no se lo cuentes a todos, no lo vuelvas un triunfo, no te vuelvas el lider de la secta del tiempo libre, solo deja que te alimente, que te fortalezca, que te muestre el camino.
La próxima vez que tengas tiempo libre, no llenes tu agenda, habita tu vida.
Gracias al CECUFID por detonar esta ponencia
con su invitación al Foro por la Activación Física, 2025
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