Creación Coreográfica

 




"Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado" 
Margaret Mead


En mi planeta ideal todos, todes y todas las humanas estudiaríamos la materia de creación coreográfica en algún punto de la educación básica.

Me gusta la creación coreográfica porque enseña muchas cosas de la vida, por ejemplo, que somos capaces de crear algo que antes no existía, por su puesto que luego nos toca hacernos cargo de nuestra creación, incluso si ha resultado un Frankenstein.

En el ámbito de la creación tenemos la capacidad no solo de cambiar el mundo, sino de crear uno nuevo, para ello hay que generar transformaciones, desacomodar lo acomodado, incluso aquello que ya estaba tan acomodado que parece inamovible, por ello los inconformes somos una parte muy importante de la vida, somos incómodos, claro, lo sabemos.  

En este punto no puedo dejar de acordarme de Vidal Schmill y su libro Disciplina Inteligente en donde define la estupidez como el “actuar de la misma forma y esperar que el resultado sea diferente” y es que para mejorar las condiciones en las que hacemos danza y vida es necesario generar cambios, seguir haciendo lo mismo solo puede traer un resultado. 

“No creas en lo que has oído. 
No creas en la tradición porque
Provenga de muchas generaciones.
No creas en nada de lo que 
Se ha hablado muchas veces.
No creas en algo porque
Haya sido escrito
Por algún viejo sabio.
No creas en las conjeturas.
No creas en la autoridad, 
En los maestros
O en los ancianos.
Cuando hayas observado
Y analizado detenidamente una cosa, 
Que esté de acuerdo con la razón
Y beneficie a uno y a todos, 
Entonces acéptala
Y vive conforme a ella” 
Buda

El primer paso para crear es imaginar, la humanidad es más creativa cuando necesita resolver un problema, es decir, cuando tiene un objetivo. Los objetivos comunes se deben resolver en comunidad, tal vez por eso disfrutamos tanto de bailar acompañadas, porque estamos todas aportando nuestro granito de arena a la resolución de un problema, sino es así entonces a lo mejor sólo estamos instaladas en el narcicismo de la escena. 

La creación coreográfica también nos alimenta la valentía porque se trata de una serie de decisiones que en una relación indisoluble definen el destino de la obra, en la toma de decisiones siempre elegimos un camino y muchos otros no, descartamos y seguimos adelante, eso nos enseña que debe haber un compromiso con nuestras decisiones y que para conocer el resultado hay que tener paciencia, atravesar el proceso de forma consciente. 

Los procesos no son lineales, nos son iguales y no son manipulables, sí pueden ser intervenidos, sí pueden ser modificados, sí pueden ser detenidos, pero no manipulados, porque la manipulación es perversa y trabaja siempre para un beneficio personal, por ello deshumaniza los procesos y por ende los resultados, ya que parafraseando a Cristóbal Hozapfel para ser humanos es necesario interesarse por los demás.

No todos los procesos de creación darán un resultado para la escena y eso está bien, ahí también fortalecemos la paciencia y la perseverancia, aprendemos a cabalgar la frustración. 

Últimamente he pensado mucho en aquellos 2006 y 2012 en el que nuestro actual presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que “gobernarse” a sí mismo, esperar -y desde mi imaginación- replantear su plan de gobierno, sus alianzas, estudiar aún más a fondo a su oposición, observar sus áreas de oportunidad, sus fortalezas y desde ahí trabajó para potencializarlas. Hoy somos testigos y acompañantes de un líder maduro, paciente, estratégico, alerta y preparado. Así que reservar una obra, ya sea porque ella misma no está lista o porque el contexto no lo está, no es mala idea, la historia nos ha mostrado que vale la pena añejar las barricas. 

La creación coreográfica también nos enseña de procesos grupales que pueden ser colectivos y horizontales o bien dictatoriales y verticales. Nos enseña que podemos bailar juntas, pero no estamos obligadas a bailar iguales; observar, valorar y compartir tanto en el proceso como en el resultado lo que a cada persona la hace única, nos habla de procesos basados en la interculturalidad: tiempo abierto, escucha activa, respeto, pluralidad, otredad y alteridad

Las relaciones que se generan entre las personas que participan dentro de un proceso de creación coreográfico que parte de tiempo abierto, escucha activa, respeto, sinceridad, pluralidad, otredad y alteridad suelen ser relaciones sanas, de solidaridad, acompañamiento, reconocimiento, jerarquías naturales y redes de cooperación, se pueden gestar incluso amistades que si se nutren y cuidan como corresponde pueden ser longevas.

Es también muy importante la alternancia, porque el deseo también está, en que otras y otros tengan acceso a vivir las experiencias que nosotras ya hemos vivido. Acumular, retener, almacenar, monopolizar, acaparar pues, es contrario a la creación, ya que esas prácticas apelan más al anquilosamiento de las experiencias, las personas y los sistemas. 

La creación coreográfica como saber de la danza nos enseña que mediante la creación de mundos (obras/futuros posibles) podemos hacer espacio para las y los seres con los que co-habitamos, de forma armónica, sosteniéndonos, visibilizándonos, respetándonos, cuidándonos. Podemos desde la danza re-inventar el mundo.








Nota: la cita que corresponde a Buda la tomé también del libro Disciplina Inteligente de Vidal Schmill de Producciones Educación Aplicada, corran a leerlo sobre todos si son docentes o madres/padres/tutores/acompañantes de infancias y adolescencias 

Ilustración de theold_lady_ilustra


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