Memorias de familia






La Técnica Graham desde mi experiencia como bailarina

Martha le regaló al mundo una técnica de formación dancística que rompió con lo establecido por el Ballet Clásico y lo hizo en gran medida porque ella no fue completamente aceptada en ese mundo, ella deseaba que su técnica se mantuviera en constante cambio y evolución, ella misma dice en Memoria de Sangre que llama contemporánea a su técnica por esta razón, y en una entrevista que le hace Waldemar Verdugo para Vogue México en donde la pregunta si la técnica ha cambiado, ella dice:

-Sí ha habido un cambio. Porque en la primera parte de esta técnica, en el movimiento inicial, todo surgía de mí; surgía y se recreaba, tenía esa naturaleza misma de la danza. Actualmente es otra cosa, es un movimiento más para el hombre actual, más contemporáneo, más vivo, más ágil, más rápido; ha evolucionado con la época, es como es el siglo XX.

El Graham que se hace en México lo trajeron directo del estudio de Martha en Nueva York, tanto maestros que bailaron en la Martha Graham Dance Company y vinieron a México a impartir cursos de la técnica, como maestros mexicanos que se fueron a actualizar o a bailar y regresaron a compartir lo aprendido.

Hay diferencias porque las técnicas tienden a adaptarse a las necesidades del pueblo que las adopta, por las características físicas, emocionales, culturales, sociales y económicas. También cada maestro aporta al cambio y la evolución de la técnica, aporta algo de sí, sus deducciones, sus modificaciones de acuerdo a sus particularidades, necesidades y experiencias como bailarín, coreógrafo y docente. Es como un cuento que pasa de generación en generación en donde hay cambios tal vez pequeños, pero significativos y eso es la vida, así es la vida, cambia, no se detiene, evoluciona, se adapta.

En mi opinión, nadie ejecutará la técnica Graham como lo hacía Martha, ni sus primeros ni sus últimos discípulos, cada uno toma lo que necesita, lo que ama, lo que disfruta y también lo que odia y lo que lo tortura. No tiene ningún caso repetir lo que alguien ya hizo a la perfección desde su unicidad, yo me pregunto ¿qué mérito artístico podría tener?

En lo personal disfruto mucho la técnica Graham, aproximarme a ella siempre desde un lugar distinto, desde la versión de Natalia que soy en el momento, me fascina verla en los bailarines del mundo, con las yoicidades que se asoman como el alien de la panza de Sigourney Weaver: incontenibles.

Hoy tengo claro que haber vivido este periodo de formación en la Técnica Graham fue mi labor de saturación, ésa de la que habla Charles Olson a través de la cual se ahonda en algo hasta saber más de cuanto sea posible y entonces se sabrá muy rápido todo lo demás, un conocimiento así es una herramienta de interpretación, no de traducción, habrá que ser cuidadosos para no confundirnos.

También creo que las técnicas, métodos y estilos de formación, entrenamiento y mantenimiento corporal funcionan mucho en relación al temperamento de las personas, algunos necesitamos y disfrutamos enormemente de los procedimientos, las rutinas y las progresiones, somos como unos adictos de los procesos en orden sucesivo, algunos no, a éstos segundos generalmente les cuesta más trabajo aproximarse a la técnica de Martha; a mí me contiene, es un ritual en el que me siento en casa, me aplaca, es como un abrazo.  Ahora puedo ver que yo no relaciono la técnica con el rigor, el dolor o la dificultad de las posturas y movimientos, pero muchos sí y al respecto no caben los juicios, nadie está bien o mal. Es como ver una máquina poniendo tapas a los garrafones de agua, a algunos les causa placer, a otros les molesta y a otros simplemente les da igual.

He tenido como maestras a bailarinas de la Martha Graham como Kasuko Hirabayashi, Christine Dakin y Alessandra Prósperi, también a bailarines de lo que fuera Ballet Nacional de México como Jaime Blanc, Antonia Quiroz y Luis Arreguín y creo que he visto un pedacito del corazón de Martha en los ojos, voz y cuerpos de cada uno de ellos, han compartido conmigo sus conocimientos y conclusiones y ese es el legado de Martha: los que disciernen, los que replican y los que disienten también.

La Técnica Graham es de todos y tiene muchos rostros, lo que hagamos con ella va mucho más allá de conservar un bien histórico, mucho más allá de estar bien o mal, para mí tiene que ver con amarnos. Cuando llego a un curso de actualización a los que también llaman de perfeccionamiento, yo más bien siento que llegué a una fiesta familiar, en la que no conozco a todos porque nuevos miembros han llegado, pero soy feliz de verlos bailar, en la que re-conozco a muchas caras viejas porque somos una comunidad pequeña y porque aunque seamos los mismo siempre somos diferentes, de esta fiesta conozco las reglas porque las aprendí de mis maestros, he ayudado a preservarlas y cambiarlas cuando ha sido necesario, se en dónde están la cocina, el baño, el jardín y puedo orientar a otros si me lo piden. Cuando entra el maestro al salón y nos ponemos de pie, más que una imposición dictatorial, me parece un pequeño gesto con el que honramos su trayectoria, su sabiduría, cuando un maestro dicta la clase sin marcar los ejercicios y todos sabemos perfectamente qué tenemos que hacer al escuchar el 5-6-7-8 es un momento mágico en que nuestras respiraciones y latidos se hermanan, salir en las diagonales juntos es compartir un momento de intimidad, hacer la caída del corazón solamente del lado izquierdo sabiendo que no vamos a morir, pero respetando el mito es una complicidad que ha logrado sostenerse a lo largo de muchas generaciones ya (como los Reyes Magos) y si esto no es amor, entonces no sé qué es.

Creo sinceramente que las experiencias nos construyen tanto como nosotros a ellas, es decir, tomamos lo que necesitamos tomar de cada momento, personas, lugares y de las técnicas de danza también, y dejamos también lo que podemos aportar, mi mamá dice que siempre hay que considerar que el otro está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene en ése momento y me gusta pensar que tiene razón, porque así me puedo entregar plenamente a vivir, sin creer que el otro me quiere lastimar, y desde ahí vivo mi práctica de la Técnica Graham, rindiéndome ante aquello que siento, que pienso y ante aquello que todavía no puedo comprender  también, pero sé que está ahí en mi memoria de sangre.

Yo no bailo técnica Graham, lo he hecho, Desesperanza era una muestra orgullosa y sentida de nuestro dominio de la técnica. Luego la técnica se ha ido difuminando en mis obras como el piloncillo en el café de olla, es un ingrediente que le da sabor, pero no es lo más importante. Bailo sobre un terreno sensible que ha sido nutrido en parte por la técnica de Martha Graham y a pesar de que desde hace ya cinco años que no monto frases de movimiento y más bien improvisamos sobre guiones y detonadores, muchas veces se asoman los attitudes, los giros, los rond de jambes, las contracciones, porque son parte de mí, y cuando eso pasa, tengo dos opciones: odiarlos o amarlos. Siempre es diferente.


La técnica Graham como lenguaje que definió la identidad de la danza en México a través del trabajo de Guillermina Bravo

Para abordar éste planteamiento que me hace Israel decidí marcarle a mi Maestro y amigo Federico Castro y le pregunté para no inventar historias cómo se llegó a la decisión de que la Técnica Graham fuera el entrenamiento de Ballet Nacional y él me contó: En 1961 Miguel Covarrubias a través de Carlos Mérida trajo a David Wood quien fuera solista principal durante 15 años de la Martha Graham Dance Company, lo invitó tres meses para dar taller al Ballet Contemporáneo de México y a la Compañía de Xavier Francis, pero resultó que éstos dos grupos no estuvieron interesados y terminó aprovechando el taller Ballet Nacional de México, Guillermina Bravo estaba embarazada y no pudo sino ver el taller, pero eso le dio la posibilidad de notar el progreso de los bailarines a lo largo de éstos tres meses y se enamoró de los principios de la técnica. Durante su estancia David Wood les montó también una obra que se llamaba La iniciada.

Después de eso en una reunión hablaron de tomar la técnica como entrenamiento para la Compañía, Federico Castro fue el primero en ir a Nueva York y lo hizo ininterrumpidamente de 1962 hasta el 1984, Valentina Lavalle y Fredy Romero lo siguieron al año siguiente, después de cinco años ya eran tantos bailarines los que iban a Nueva York que gestionaron que el Instituto Nacional de Bellas Artes trajera maestros  de Nueva York a México pues más bailarines se beneficiarían, vinieron Yuriko Kikushi, Tatako Okasahua, Kasuko Hirabayashi y muchos otros, de hecho Jim McDonald estuvo un año entrando a Ballet Nacional y de ésta forma se consolida la Técnica de Martha Graham como el entrenamiento de la Compañía.

La Maestra Guillermina decía que no bailábamos Graham, que si Martha viera sus obras diría que eso no es su técnica. Creo que hubo una búsqueda honesta por parte de la Maestra de encontrar su propio camino, sus propios temas, creo que hubo un trabajo serio, comprometido y riguroso para apropiarse de la técnica y asegurarse de que ésta fuera cada vez más funcional de acuerdo a las necesidades de los bailarines en turno, sin embargo, también creo que la técnica se coló como lenguaje de las obras, lo que en mi opinión fue natural y consecuente. Las neuronas se especializan, los mecanismos del cuerpo se condicionan, el proceso de creación contiene uno de imitación. No es que Guillermina Bravo haya tomado Diversión de Ángeles y lo montara con Ballet Nacional, pero sí tomó los elementos de la técnica como lenguaje para crear sus obras, obras furiosas, potentes, con bailarines que poco compartían en estética e imaginario con los bailarines norteamericanos. Los bailarines mexicanos tenían muchas historias en la piel, en la sangre, en esos músculos fuertes, en las miradas profundas y retadoras.

Una vez me metí a los archivos del Ballet y estuve leyendo reseñas de periódicos europeos y describían a los bailarines de Ballet Nacional de México con adjetivos que los engrandecían de forma mítica. Las primeras veces que di función con Ballet Nacional sentía que la adrenalina iba a terminar por explotar mi traje humano y la bestia en mí iba a salir corriendo en cuatro patas hacia las butacas; esto se vivía así, creo yo, por la potencia que daba el entrenamiento y la intensidad emocional del imaginario mexicano.

Si la identidad de la danza en México estuvo determinada por la labor artística de Guillermina Bravo no lo sé de cierto, a veces esas verdades absolutas me hacen ruido porque me hacen preguntarme si la identidad de la danza en México hoy está determinada por el Centro de Producción de Danza Contemporáea, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández o la Compañía Nacional de Danza. Creo que en México co-habitamos un sinfín de identidades, no creo que lo que está subsidiado desde las instancias públicas determina las realidades de todos y definitivamente un grupo de personas no nos representan a todas las y los creadores mexicanos, nuestras estéticas, búsquedas, deseos y necesidades.  Creo que a la par de los años de oro de Ballet Nacional de México había un montón de artistas que estaban haciendo también sus propias búsquedas y a lo mejor de ellos no hay libros o registros fotográficos y mucho menos de video, pues eran un lujo, pero eso no quiere decir que no existieran y que sus obras carecieran de valor. Creo que en la danza como en la vida misma, la historia la cuentan los privilegiados y los rebeldes, por eso tengo este blog y animo a otras y otros a hacer lo mismo, porque considero muy imprtante hacer el ejercicio de dejar registro de lo que hacemos, porque la contracultura también es cultura y nos dice mucho de lo que somos y de lo que hemos sido. 

Yo no puedo más, que admirar el trabajo que hiciera la Maestra Guillermina Bravo y todos los equipos de trabajo que conformamos a Ballet Nacional de México durante tantos años, inclusive de nosotras, las últimas generaciones. Pienso que todas y todos los que estuvimos ahí, tomamos y dejamos algo, parafraseando a la Abuela Fini, todo fue perfecto porque fuimos los que teníamos que ser y estuvimos los que teníamos que estar.


Fotografías de Eric Sánchez 

Comentarios

  1. Qué escrito tan conmovedor, tan lleno de vida y experiencia, tan lleno de danza y de México.

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