Memorias de la Tierra
Miraba el
horizonte. Nada en particular. Frente a ella se iluminaba de ocres un sembradío
de cebada a punto de cosecha y algunos grandes pirules que ofrecían amplias
sombras bajo sus generosos follajes. Algunos animales como vacas, borregos y
burros comían sin pausas, también esporádicamente algunas personas cruzaban sin
prisa el amplio espacio, suspendidas de un cielo azul algodonosas nubes blancas
prometían un futuro lejano de lluvia.
Ella rascaba en
la tierra seca con un palito, sin poner mucha atención fue cavando una zanja,
hacía mucho calor, el polvo seco se levantaba en dinámicos remolinos, esos mini
tornados que no elevaban más que hojas secas, piedritas y ramas de mínimo tamaño,
pero igual guardaba su distancia, aquello parecía algo vivo capaz de llevársela
lejos.
La tierra que
rascaba con su palito se sentía más fresca que la de la superficie e introdujo
sus deditos tímidamente, pero la sensación era tan deliciosa que no pudo
contenerse y metió todo el brazo, luego en un impulso casi animal se levantó el
vestido y se tiró de panza sobre la tierra, dio vueltas en el suelo como una
tumbleweed del desierto, luego con las manos levantó montoncitos de tierra y se los dejó caer sobre la cabeza,
se sacudió como se sacudían los perros, ramas y piedras miniaturas caían de su
cabello al suelo, la tierra regresaba a la tierra y ella divertida y sedienta
regresó a su casa.
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