L a i l a

Laila pasaba por La Hinundada, una pequeña ciudad colonial y boscosa que había quedado bajo el agua con las fuertes lluvias de 2030, la electricidad nunca pudo ser activada otra vez debido a los grandes niveles de radiación, por lo que las personas no tenían más vida social después de las 19:00 horas. 

Desde las 18:00 horas empezaban a  retirarse sutil, ordenada y rápidamente por el riesgo de toparse con Los Fun, unos entes en forma de señoros con pantalones de vestir, camisas a cuadros de manga corta y mocasines, generalmente panzones y calvos, siempre trataban de hacer plática como si fueran agradables y chistosos, pero de sus ojos, bocas y dedos comenzaban a alargarse unos asquerosos gusanos que querían alcanzar el corazón de las personas para devorarlo y convertirlas en espías también, se acercaban a pedir indicaciones, a solicitar un trabajo, a explicar algo sin sentido, así que era imposible adivinar su verdadera intención hasta ver los gusanos salir de ellos, pero en ese punto el peligro era total.

De día las amenzas eran Las Aletargadas, unas mujeres muy grandes que andaban por ahí quejándose de todo y sin hacer nada, pidiendo siempre pequeños favores que les hicieran la vida más sencilla, se movían lento, sonreían y al enconrtarse a las personas les ofrecían bocadillos y vino pues siempre estaban comiendo, vestían ostentosas joyas y despedían olor a Chanel No.5, ofrecían a los incrédulos compartir sus privilegios, para que poco a poco se fueran volviendo sus esclavos, pero ante la oferta de ser millonarias las personas caían en la trampa.

También estaban Los Emp, esos entes andaban siempre fumando pipa, tomando wisky, riendo a carcajadas y hablando de negocios, ellos eran más cínicos, tenían a dos hombres fortachones que simplemente encadenaban a las personas y las obligaban a trabajar por la eternidad, porque los entes eran inmortales.

Laila y las demás personas se trataban de distinguir entre aquellas figuras, pero era tan parecidas que resultaba dificil distinguir si eran entes o personas.

Todas se trasladaban en grandes trozos de madera a los que llamaban balsas, cosas que flotaban y que alguna vez fueron puertas de casas, mesas de comedores, bases de camas, también los más afortunados se habían hecho de canoas o kayaks; llovía siempre, todo el tiempo, nunca dejaba de llover, las personas y los entes se habían adaptado a ello, así que su piel estaba siempre arrugada y vestían largas capas de plástico, los ríos estaban todos interrumpidos por grandes raíces que sobresalían por todos lados, así que había que trepar a ellas y jalar con fuerza la balsa para pasarla del otro lado y seguir el camino. 

Las personas no podían ayudarse entre ellas porque nunca se conocían tanto, eran nómadas y morían constantemente a causa de los entes, así que no podían formarse comunidades, se contentaban con viajar para conseguir comida y tratar de encontrar a un familiar, un hijo, una hermana, abuelos, pero nunca sucedía porque  la última pandemia atacó directo a la memoria, así que las personas después de cada día, por las noches olvidaban todo, muchas se resistían a dormir hasta perder la razón, la gran mayoría al finalizar el día, se encontraban tan cansadas, desesperanzadas, asustadas y solas que se refugiaban en el consuelo del olvido y la esperanza de amanecer  al siguiente día, tener una nueva oportunidad, buscar a su familia, conseguir comida, evitar a los entes, llegar a la noche en una cueva, los únicos lugares seguros.

Laila pasaba por La Hinundada sin saber quien era o que hacía, su instinto le decía que buscara a su comunidad y por eso no se detenía, había tenido suerte porque los entes no habían logrado atraparla, pero ella igual que las demás personas no recordaba nada, solo sabía que corría peligro si se quedaba quieta, tenía que seguir avanzando, montada en su balsa, siguiendo el cause del gran río, viajaba sin saberlo con una pequeña semilla en su vientre.







Comentarios

  1. Chido, padre, hingon relato. Me encantaron los nombres adjetivos de los grupos con los que se enfrenta Laila..

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