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Mostrando entradas de diciembre, 2018

SER ÁRBOL

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Todos tenemos una historia con un árbol. Yo por ejemplo recuerdo dos árboles muy especiales, el primero es un pirul gigante de mi infancia al que mi hermana Eli y yo nos trepábamos como pequeñas ardillas, me daba mucho miedo, pero también felicidad y de alguna manera sabía que las fuertes y gruesas ramas del árbol no me dejarían caer. El segundo es de la adolesencia, tenía una casa de madera, como en las películas gringas, era lo suficientemente alto y difícil de subir para los niños pequeños así que nosotros lo usábamos para fumar a escondidas y alardear de la vida.  Pero en los árboles hay algo más que historias, hay magia, memoria, amor, sufrimiento y voluntad hay que decirlo. Basta ver a aquellos árboles, que la gente ha intentado limitar a un cuadrito de cemento cercado con púas, ¿has visto cómo los árboles se abren paso? Desbordan el cuadrito de cemento y con sus raíces revientan la banqueta, son sus voces recordándonos que ellos no son un ornamento. Y en su necedad

SI YO FUERA UN PLANETA

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Me pasa mucho que cuando estoy en círculos de danza, pienso en las mujeres y me pasa que cuando estoy en círculos de mujeres pienso en la danza. Tal vez porque son las mujeres y la danza algo que me importa, pero también porque son vulnerables y poderosas, transformadoras, dadoras de vida. Tal vez porque se insiste en decirles a las mujeres cuál es su rol, cómo deben comportarse, cómo se llega a ser mujer y qué se espera de ellas. Así también lo hacemos con la danza. La danza debería sanar, la danza debería entretener, la danza debería complacer, comunicar, expresar, armonizar, hermanar…No lo se. Si yo fuera un planeta no me gustaría ser descubierta, no me gustaria ser definida bajo la mirada de alguien mas. No me gustaria que algún experto determinara mi trayectoria. Me gustaría estar allí, en donde sea que estuviese, ser así, como quiera que fuese. Con la conciencia de saberme, pero siempre recordadando que aquello que llegue a conocer de mí no es permanente. Y que al conocimien

BAILO CON MI ABUELA

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A mi abuela la abandonó su madre cuando tenía seis años, los dejó a todos: esposo y tres hijos.  Al menos eso era lo que yo había escuchado, luego mi mamá me contó que en realidad no los abandonó.  Mis bisabuelos fueron a un viaje a la Ciudad de México, iban con sus tres hijos, incluida mi abuela, hicieron sus compras y cuando iban a regresar mi bisabuelo subió al auto, subieron los niños y cuando mi bisabuela iba a subir él cerró la puerta puso los seguros y se arrancó. Dejándola ahí, sola en una ciudad que no conocía, sin familia, sin amigos, sin dinero. Le arrebató a sus hijos.  Tras el abandono, mi abuela Geña, una niña de seis años tuvo que hacerse cargo de la familia, por ser la única mujer le tocó dejar la escuela para cocinar, lavar, coser, hacer limpieza, cuidar de sus hermanos, buscar a su padre en las cantinas para llevarlo de regreso a casa. Mi abuela fue una mujer fuerte, valiente, amorosa y alegre. Ella bailaba flamenco, yo digo que de ahí me viene la danza

ENCUENTROS

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Ir a comer a la casa de alguien es conocerlo, oler el recibidor, sentir la temperatura, mirar los adornos, sentarse a su mesa, probar su comida y saborear los condimentos, adivinar el tiempo que la carne fue expuesta al fuego, mirarse a los ojos mientras se toma un sorbo de vino, avivar la plática con una sonrisa o un comentario sagaz. Tratar de develar el alma del otro a lo largo del evento.  Me parece un poco como el encuentro entre el espectador y el artista, porque desde la invitación generamos ambos expectativas, nos hacemos ilusiones y llevamos con nosotros cierta disposición. Será un encuentro entre dos mundos. Cada cual aportará su visión, su deseo. Y en este sentido me pregunto ¿cómo nos acercamos al arte cuando somos espectadores? ¿qué vemos cuando vemos una obra de arte? Mi amigo Israel Chavira me contesta: “Últimamente ya no tengo muy claro qué es una obra de arte, así que para no complicarme doy por hecho que todo lo que se me acerca con esa etiqueta lo ser

PEQUEÑAS FRONTERAS COTIDIANAS

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Abro el pecho y cierro los ojos. Me entrego al sol y al viento, a la textura del piso bajo mis pies,  al movimiento, al tiempo infinito, multidireccional, caótico e imperfecto. Me entrego a ti. Me entrego al universo y por ello: a mí misma. Me entrego y me recibo. Te recibo. Nos recibo.  Los brazos sostenidos por un tronco suave, curveado, vertical a veces, deprimido a veces, que se ramifica hacia las también manos abiertas, que filtran el agua, la luz , el aire y los deseos. Esas manos que parecen no tener límites, que pueden ir develando la verdad a través de las vibraciones. Manos que crean realidades con sus trazos en la piel, el espacio y el papel. Manos que a veces son maleolos, crestas iliacas u omóplatos.  Y en medio de toda esta libertad me pregunto ¿nosotros qué somos? ¿de qué estamos hechos? ¿las ideas y las emociones que flotan a nuestro alrededor, frente y bajo nostros, nos gobiernan? ¿ser gobernado es necesario? ¿tenemos otra opción?.  Las ideas  son la primera

LA HISTORIA DE LOS DOS LOBOS

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¿Han leido la historia de los dos lobos?  Yo hace un par de semanas la encontré dando la vuelta en facebook, dicen que es una leyenda cherokee: un abuelo le cuenta a su nieto que dos lobos pelean dentro de él, uno es vengativo y violento, el otro compasivo y amoroso; el nieto pregunta ¿quién ganará? Y el abuelo le responde que ganará aquel que él alimente. Parece lógico ¿no?, pero ¿cómo se hace eso? ¿cómo alimentamos al lobo compasivo y amoroso? ¿cómo nos volvemos empáticos y solidarios? Yo creo que una opción es bailar, no como una opción para evadirnos e ignorar al lobo vengativo y violento, sino como una posibilidad de reflexión, de escucha, conectarnos holísticamente, atender a la sabiduría del cuerpo.  El cuerpo humano es un milagro, somos casi una improbabilidad en la linea de tiempo del Universo y sin embargo aquí estamos, los aproximádamente  siete mil, docientos veintinueve millones, novecientos dieciseismil, cuarenta y ocho personas que habitamos el planeta Tierra, f

EL CUERPO Y LA PAZ

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Escuchamos disparos, mas que el día anterior. El día anterior se escuchaba una sola arma, detonaciones seguidas de sirenas y luego nada, la noche. Esta vez era distinto, se escuchaban varias armas, era un enfrentamiento. ¿Cómo he llegado a distinguir esto? ¿Cómo mis oídos saben diferenciar los sonidos? ¿Cómo puede mi cuerpo seguir cansado y soñoliento cuando a dos calles de mi casa se están matando? ¿Cómo es que ya no me quedo despierta hasta el amanecer sabiendo que ninguna ventana o pared detendrá una bala perdida? ¿Cómo se acostumbra uno a la violencia? A la mañana siguiente pasamos por el lugar todavía acordonado, los policías y reporteros platican, toman café, hacen bromas, igual que nosotros los bailarines cuando vamos a festivales, nos da gusto vernos y aunque es cosa de trabajo se parece a una fiesta. La ansiedad de ver a una persona muerta la siento en los muslos, tal vez por eso la gente se cae frente a situaciones de violencia, las piernas se vencen porque la co

DE DESEOS, VIAJES Y DANZA

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Tengo ésta idea sostenida de que nunca hago lo suficiente, siempre creo que debería estar haciendo más. Que la musa me encuentre trabajando. Me fue mucho mejor porque me encontró no sólo trabajando, sino en medio de una crisis laboral intensa que estaba trastocando prácticamente todas las dimensiones de mi ser. Decido inscribirme en una Maestría en Desarrollo Humano, iniciar un proyecto de danza con mis amigos: Los Locos del Planetario, participar en Polos Audiovisuales Michoacán en donde co-creo un corto documental, iniciar una columna de danza, participar en el Diplomado Interacciones Cuerpos en Dialogo que me desplazaría no sólo geográfica, sino emocional y creativamente también, y co-crear/dirigir un Festival de Interconexiones Humanas, un ejercicio de intervención urbana en colectividad en Coinversión con el Sistema Estatal de Creadores de Arte; esto a la par de ser madre de un maravilloso niño de ocho años, pareja de un fotoperiodista, humana de tres perros y varios coli

DÍA DE RESULTADOS

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No se ganó el FONCA y se tiró por la ventana. Antes de eso se había quedado atónita frente a la pantalla del celular primero, luego frente a la de la laptop, luego frente a la de la computadora de escritorio, de alta resolución, pantalla de retina y todo eso, no había dudas ya: su nombre no aparecía en la lista.  El párrafo ése que dice:  El Fonca cuenta con recursos determinados para la presente convocatoria, por lo que la aceptación o el rechazo de las postulaciones no determina su valor e importancia,  pasaba por su cabeza una y otra vez, pero ella se decía vehementemente que era una estúpida:  claro que mi trabajo no tiene valor ni mucho menos importancia, teniendo a tantos artistas consagrados formados en la línea, ¿qué me había llevado a pensar que podría aspirar a un FONCA?.  Ahí sentada frente a la computadora recordó a su mamá orgullosa con la sonrisa de oreja a oreja entregándole un ramo de flores el día de su graduación, recordó sus pies ensangrentados sob

LA OTREDAD EN LA DANZA

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Hace poco leí que no hay nada más peligroso que un hombre que se cree bueno porque no le pega a las mujeres, y esa desafortunadamente todavía es una realidad sostenida en el mundo de la danza, porque seguimos ignorado o minimizando a grado de memes la violencia cotidiana, la que se ejerce con las palabras, las miradas y el silencio.  Los hombres son privilegiados, y lo son a pesar de ser o no conscientes de ello, lo son a pesar de quererlo o no, son privilegiados porque pueden viajar de día y noche sin miedo a ser violados y asesinados, pueden platicar con otros sin cuidar su ropa, palabras o posturas para que no vayan a parecer insinuaciones, porque de cinco facilitadores en un módulo de un diplomado de danza, cuatro son hombres. Lo son porque no tienen que pedir la palabra, nacen con ella. Los hombres pueden hablarse de iguales, a nosotras las mujeres los hombres nos sonríen y hablan de iguales hasta que hablamos de regreso, cuando expresamos nuestras ideas y nos aperson