SOMOS ECOS




“Que las palabras tengan alma y que el alma encuentre sus palabras”
Suely Rolnik

En el contexto de ésta pandemia y dentro de la relación de las macropolíticas y las micropoíticas hay algo que encuentro destacable y es, que nos han separado los cuerpos, pero no las vibraciones, los ecos, esas ondas (in)visibles que conectan nuestras pulsiones. 

Retomo aquí la idea de Heidegger de la imposibilidad de sacar del cuerpo –la mano como vehículo de escritura- el mensaje completo o esencial, pero apelo a nuestra capacidad (in)vencible de comunicar desde lo sutil: lo sensible. Diría una famosa campaña, estamos a un clic de distancia y en mi experiencia el medio no mata el mensaje, nuestra biotecnología es más potente.

Vivimos un momento histórico en el que estamos siendo empujados desde la macropolítica a abrazarnos de las micropolíticas, a recordar que lo que nos hace humanos siguiendo a Holzapfel es interesarnos por los demás y que lograremos sostener nuestro derecho a serlo, en tanto trabajemos por lo común y caminemos hacia lo que llama Rolnik una ética de la existencia para lo cual debemos resistir, sobre todo, al régimen dominante en nosotros mismos.

El arte, lo performativo, en mi opinión, es una herramienta poderosa para llevar de la idea a la acción éstas micropolíticas y la indisciplinareidad de la que habla Israel Chavira, en el sentido opuesto a la especialización, es lo que va haciendo posible desvincularnos de las macropolíticas como verdades totalizadoras, ya que las primeras generan interconexiones humanas encaminadas a fortalecer lo común.

Cuando a una persona sus padres le dicen que del arte no va a vivir, es en realidad el capitalismo gritando con toda su fuerza “cierren las puertas, se escapa un esclavo”. El sistema capitalista no quiere que tengas acceso al arte y por eso lo ha disfrazado de espectáculo, por eso te ha dicho que sólo es para verse y no para ser experienciado, porque la práctica creativa, alimenta, fortalece y propaga el pensamiento complejo y sutil, porque lanza redes de colaboración solidaria y enseña que la vida es transdisciplinar y transmutable, pone en el centro, el saber de lo vivo.

Pero aun habiendo cruzado ésta primera muralla, el capitalismo ha plantado desde hace siglos trampas que siguen siendo efectivas y que devuelven aún a los más rebeldes a la esclavitud, una de ellas es el enaltecimiento excesivo del virtuosismo, que logra desorbitar los deseos profundos, las pulsiones vitales y los pone a trabajar en pro de sus intereses, haciendo foco en lo bello, lo colocado y lo cómodo. 

Me aventuro a pensar que, si una obra no parte desde terrenos que cuestionen lo sexual, el cuerpo, lo afectivo, lo íntimo, el cuidado o la familia, aspectos todos relativos a la vida privada, estaremos en presencia más bien, de un espectáculo. Me pregunto ahora si esto sería trasladable al terreno de la cotidianeidad, porque me gusta pensar que puedo hacer de mi vida una obra de arte. ¿Te gustaría intentarlo?

 

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