CAMINAR ECCEnTiempoReal 2019

Hoy me construí de plastilina y caminé en el desierto. Caminé y supe pronto que sería difícil. Ahí iba yo encorvada, recordando a Nietzsche. No sueltes el swing me decía a mí misma.

Pensé en aquella vez que me soñé primitiva, no era humana, ni animal, pero seguro era una bestia. Sin ropajes y descalza, encorvada y con los brazos lo suficientemente largos para rozar el piso, escapando con mi manada de los depredadores, aquellos más fuertes, más salvajes, con colmillos, cazando a otros como yo, para comerlos, para morderlos, expulsarlos; caminaba un poco con los pies y a veces también apoyando los nudillos de las manos, grandes, áspera, callosas.

En mi caminata de hoy por el desierto el dolor se apoderaba de mis pensamientos, como el cruel saboteador que es y me vi entonces bailando Constelaciones y Danzantes y entendí algo que antes no, sonreí.

El desierto era interminable, pero observarme en medio de la manada migrante me hacía feliz, podía escuchar la dispersión de algunos y la respiración de otros.  Enfócate me repetía, somos muchos, vamos juntos, pero no iguales me dijeron Issa y Teo un día. Me anima darme cuenta de que sí estamos transformando la noosfera y deseo desde lo más sincero de mi corazón que un día podamos también caminar las políticas –que no sólo culturales- juntos, pero no iguales.

Pensé también en Zena y las tareas instintivas que limpian el camino espiritual, el que nos conecta al Universo; en el círculo de piedras que hago cuando instalo Mamuba: en silencio, escuchando los pensamientos, pidiendo permiso al Abuelo, honrando mi palabra/pensamiento/acción.

Luego, una pausa, y mirar la vastedad, sentir la arena bajo los pies humeantes y respirar el océano en un julio que es casi agosto, húmedo, con neblina, gris azulado. Perfecto.

Soy suave, moldeable y me rompo fácilmente, mis dedos arrastran mi carne, la tierra y las semillas, se deslizan por mi cuerpo tratando de crear una nueva versión de mí misma, una más, ¿por qué no? El ruido me agobia, prefiero el silencio –aunque no hay silencio en realidad. Las risas, las sorpresas y la mano que con amor me guía cuando me escucha perdida, son mediadores para conocer a los otros que como yo hoy son de platilina.

Me deslizo/arrastro por el piso a tientas para llegar al siguiente yo, soy tantos y tan diferentes, en círculos de piedra, gente e ideas me refugio, me sostengo, me agito, me alieno y luego vuelvo a mí transformada. Lo que dejé, lo que construí, ya no es más, me miro y no sé si tengo una pierna sobre la cabeza o es un brazo, alguien me tocó sin cuidado o sufrí un accidente, no lo sé, ya no importa, me amaso para volver a ser esa cosa amorfa, sin idea del futuro, sin pretensiones, en completa disposición para volver a empezar.

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