A propósito del Día Internacional de la Danza 2017
Me dijeron
príncipe valiente porque mi mamá me cortó el cabello chiquito, es que no me
gusta mucho peinarme.
Me dijeron que no
me subiera al pasamanos porque se me veían los calzones.
Me regañaron
cuando le pegué de regreso al niño que me aventó una goma a la cabeza, porque
las niñas se ven feas cuando pegan o se enojan.
Me dijeron “qué
bonita princesa” cuando iba para mi clase de ballet y “marimacha” cuando iba a
la de base ball; y cuando resulté buena
en las clases de karate el instructor dijo que yo pegaba como niño.
Dijeron que era
bueno que me gustara la danza porque se me iba a hacer bien bonito el cuerpo.
Un novio de la
adolescencia me dijo que le bajara al gym porque no quería andar con una chava
mas mamey que él.
Luego mi amiga me
dijo “no te ofendas, pero es que las bailarinas son bien putas”.
Un amigo me
preguntó que si era lesbiana porque las artistas son bien raras.
Un profe me dijo
que estudiara una carrera, porque la belleza se acaba, ya estaba estudiando la
Licenciatura en Danza.
Un coreógrafo me
dijo “¿Tú también bailaste? A los hombres si los reconozco, pero las mujeres
son todas como clones”.
Una maestra me
dijo “Los hombres tienen sus debilidades y nunca van a cambiar, las arrastradas
son las mujeres, a ellas hay que espantarlas con matamoscas”.
“A mí no me
presenten noviecitas, preséntenme esposas”.
“¿Y para cuándo
la boda?, que se haga oficial”.
“¿Y los bebés? Ya
queremos ver crecer la familia”.
“Ay pobrecita!,
te voy a recomendar un doctor estás muy flaca, yo creo que por eso no te
embarazas”.
“Oye y ¿lo
planearon o fue accidente?.
“No vayas a
engordar mucho, luego por eso se buscan otra”.
“¿Ya te vas a
retirar verdad? Con un hijo ya no puedes bailar”.
“Lo bueno es que
quedaste flaquita”.
“No lo abraces
mucho, luego les da el Complejo de Edipo”.
“Está enfermo
porque le trasmites tu estrés”.
“No bailas ya
como antes, la gente de tu edad debería dejar de bailar”.
“¿Cómo te
entrenas?, ¿no crees que necesitas algo más?”.
“¿Haces Pilates?
Es que no se te nota”.
“No te lo lleves
de gira, déjalo que tenga su infancia normal.”
“Te sacaste la
lotería con ese marido, ¡qué suertuda!”.
“No le dejes el
pelo largo al niño, se le confunde su identidad”
“Y el segundo
¿para cuándo?, se le nota que le hace falta un hermanito”
Me dijeron una
vez y no han parado de decirme, que no soy suficiente, que soy invisible, que
sólo soy en relación al hombre, que la danza es un pasatiempo para que la mujer
adquiera buen cuerpo y luego se case, que sola no valgo tanto, que nadie se
interesaría por mí, pero por alguna razón yo no les creo y sigo bailando y sigo
subiéndome al pasamanos. La danza y yo somos cómplices de una lucha sostenida
por la emancipación, el empoderamiento y la congruencia.
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