Baila
Yo no sé de escribir, pero
escribo. Escribo porque puedo, pero sobre todo por curiosidad, me atrapa la
idea de compartir mis piensos con otras personas y me encantaría que me
contestaran, que me dijeran qué piensan ellos de lo que pienso yo, no para
cambiar de ideas o para pensar igual, sino para disfrutar la diversidad que
somos. La vida es muy extensa como para no sentir curiosidad creo hoy yo.
Ayer hornee con mi hijo unas
galletas veganas que me enseñó a hacer mi amiga Jennifer en Oaxaca, al final a
él no le hicieron mucha gracia y me las estoy comiendo yo con un café de La
Guarecita que me recomendó mi maestro Carlos de dibujo a lápiz, mientras leo el
inicio de Carta al padre de Kafka porque Evoé lo compartió en Facebook y se me
antojó buscarlo y también le echo un ojito al Magnum Manifesto que me apareció
como regalo cuando descargaba unos archivos que me envió Anniela de un audio
que armé con Javier para el proyecto Mamuba a ver si nos gusta para el video
que hizo Marianed, mientras escucho a Gorillaz, el nuevo grupo favorito de
Quetzal y chateo con mi amigo Eduardo de didyeridús. Esto me hace pensar que
estoy construida por todos, y que incluso aquellos que están lejos, con los que
no puedo compartir el café, me influencian. Y cuando pienso en eso, me imagino
que ha de pasar igual de mi para otros y entonces siento responsabilidad,
siento que debo cuidar mis palabras y mis actos, no para ser querida o para
agradar, sino para que lo que dejo en la noosfera sea brillante, sea luz.
Hay una idea bastante extendida
de que la danza lastima, de que es para unos pocos, que debemos empezar muy
pequeños, que la disciplina te quita la vida. Algunos creemos que la danza no
necesariamente es así, pero no la vamos a liberar de las prácticas poco humanas
señalándola o etiquetándola, no vamos a borrar nuestro dolor quejándonos de
quien nos lo causó o reviviendo el momento a cada oportunidad. Porque eso llena
a la noosfera de negatividad y los patrones casi ineludiblemente se van a
repetir. La tarea, la labor, está en cada uno de nosotros, no en el pasado, no
en el futuro, sino hoy, qué estamos haciendo hoy para limpiar nuestra área de
mitos y leyendas, cómo limpiar el mar de
las historias del que nos habló Salman Rushdie. Tendremos que tener un
verdadero deseo y mucha valentía como Harún, tal vez.
Ojalá un día todos podamos
perdonarnos, por las ofensas que hemos cometido desde el inicio de los tiempos,
ojalá un día todos podamos comprender que somos cada uno de nosotros lo mejor
que podemos ser, hacemos lo mejor que podemos hacer, damos lo mejor que podemos
dar. Ojalá un día reconozcamos que no tenemos que castigar al otro para
sentirnos bien, que los aprendizajes llegan o no, a pesar de nosotros. Que
nombrar el daño es necesario, pero también es necesario soltarlo, dejarlo ir.
Que la experiencia la construimos nosotros desde lo que somos y lo que
anhelamos, el deseo se materializa de acuerdo a múltiples factores, pero sobre
todo a la voluntad.
Tal vez tu creas que no sabes
bailar, así como yo creo que no se escribir, pero aun así baila, perdona, escribe,
hagámonos dueños de nuestra propia historia. Disfrutemos la vida con mucha
curiosidad.
Comentarios
Publicar un comentario