Karma
Qué perfecto es el bosque, con sus ramas irregulares,
asimétricas, con los huecos de luz, ese triángulo ascendente buscando el sol.
Los árboles siendo el paisaje que son, forman un paisaje que no pueden ver,
pero sí percibir, y así con esa sabiduría de raíces, tierra y agua, dotan a las
criaturas, insectos y pequeñas plantas, de la humedad y alimento. La dosis
perfecta de sol y sombra.
Qué perfectos esos troncos que deseando ser verticales, saben
dialogar con los vientos, sin guerras, solo resistencia. Qué perfectos que no
mueren, sino hasta que deben hacerlo, con naturalidad y gracia. Qué sabios los
bosques que conceden la existencia a todo aquel que así lo desee, a todo aquel
que lo necesite.
Y nosotros que venimos impertinentes y conquistadores a poner
granjas de pastoreo y hectáreas de aguacate, y tiramos pinos y dejamos sin
hogar a cientos de animales. Erosionamos la tierra y contaminamos los ríos y
tomamos todo como si fuera nuestro, como si un intercambio de papeles y monedas
significara algo.
Qué
perfecto eres tú, con tus cejas irregulares, asimétricas, con los huecos de luz
entre las axilas y las piernas mientras miras parado el atardecer, con ese
borde de tu cabeza como una enorme montaña, siendo el paisaje que eres,
formando un paisaje que no puedes ver, pero sí sentir, vivir, disfrutar. Qué
perfecta tu columna vertebral que naciendo curvada se fortalece al punto de
mantenerte vertical y equilibrado, que sabe escuchar y distribuir los deseos
por todas las partes de tu cuerpo y a veces de otros cuerpos y a veces del
universo.
Qué
perfecto eres así como eres, estando como puedes estar, dando lo que puedes dar,
amando lo que puedes amar. Qué perfecto cuando mueres permitiendo que suceda.
Qué sabio, humano y amoroso cuando concedes al otro la palabra, la emoción y la
acción, cuando acompañas a todo aquel que te necesite, sin juzgar.
Y
nosotros venimos impertinentes y conquistadores a ponerte cercas con púas,
dictando reglas de comportamiento, censurando tu voz, tus piensos, te depilamos
las piernas, las axilas y el pubis, sembramos roles de género que a veces ni
con transgénicos y psicólogos retrogradas lograran florecer, erosionamos tu
autoestima mientras nos burlamos de tus rasgos, de tus costumbres, de tu
idioma. Te disfrazamos, maquillamos, exigimos, te asumimos una posesión, una
pertenencia, y levantamos actas que protocolicen tu existencia, tus relaciones,
tus "éxitos", y hasta tu muerte. Como si un intercambio de papeles y
monedas significara algo. Y en realidad solo es karma.
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