Soy
Soy una desordenada y no planeada colección de tazas, algunas en el comedor con restos de vino tinto, algunas en la mesa de noche con agua, algunas que guardadas en La Cocina rezan mi nombre, con un recuerdo de amor, de mar, de comunidad. De la que bebo café ahora mientras juego a escribir es color crema con una imperfecta flor azul al centro, dividida por una suerte de espejo que duplica su imagen, pero no la iguala.
Es como el gemelo maldito del que siempre me habló Eli cuando éramos niñas: casi idéntico, pero en cualquier movimiento en falso descubrías la diferencia, generalmente cuando intentaba asesinar.
Soy el colibrí que apurado viene todas las mañanas al balcón a tomar néctar, y también soy el estúpido dispositivo ése que chorrea por todos lados dejando su marca roja de azúcar en las plantas, porque a veces aunque tenga un noble propósito, soy torpe.
Soy Quetzal que tranquilo y chapeadito duerme en mi cama hasta tarde, sin ansias ni estrés. Soy Eric que siempre está pensando en trabajo y noticias.
Soy una bolsa de palomitas que apenas entra al microondas se quema.
Soy una colección de sombreros que no sirve de nada porque sólo uso el que mi mamá me regaló.
Soy como la manzana que se quedó en el frutero y nadie se comió, porque me inflo y me arrugo poco a poco, pero sin canas, de eso todavía no conozco.
Soy una implosión de pensamientos lógicos y matemáticos que tratan de darle sentido a cada momento, a cada persona, animal, lugar y experiencia vivida.
Y Totó también soy, como el humo del cigarro que se debe saber leer, porque es al mismo tiempo que una linda charla, un adiós sostenido.
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